Acuarela. Cardoso. Bajaron los asirios como al redil el lobo
ACUARELA. CARDOSO
Cardoso muestra, una de sus últimas acuarelas, extraños personajes, surgen como automatismos, avanzando, apareciendo fantasmales, (siempre caminantes), hasta no se sabe donde. Un paisaje inquietante e irreal, donde la suave aguada, se extiende, viva y poderosa, deslizando bellos y embriagados colores, en una fría atmósfera, de desolación y vacío.
La destrucción de Senaquerib
Bajaron los asirios como al redil el lobo:
brillaban sus cohortes con el oro y la púrpura;
sus lanzas fulguraban como en el mar luceros,
como en tu onda azul, Galilea escondida.
Tal las ramas del bosque en el estío verde,
la hueste y sus banderas traspasó en el ocaso:
tal las ramas del bosque cuando sopla el otoño,
yacía marchitada la hueste, al otro día.
Pues voló entre las ráfagas el Ángel de la Muerte
y tocó con su aliento, pasando, al enemigo:
los ojos del durmiente fríos, yertos, quedaron,
palpitó el corazón, quedó inmóvil ya siempre.
Y allí estaba el corcel, la nariz muy abierta,
mas ya no respiraba con su aliento de orgullo:
al jadear, su espuma quedó en el césped, blanca,
fría como las gotas de las olas bravías.
Y allí estaba el jinete, contorsionado y pálido,
con rocío en la frente y herrumbre en la armadura,
y las tiendas calladas y solas las banderas,
levantadas las lanzas y el clarín silencioso.
Y las viudas de Asur con gran voz se lamentan
y el templo de Baal ve quebrarse sus ídolos,
y el poder del Gentil, que no abatió la espada,
al mirarle el Señor se fundió como nieve.
Lord Byron
Acuarela. Cardoso. Bajaron los asirios como al redil el lobo
Pintura. Acuarela. Cardoso. Pintor. Pintores.
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